
Hace casi una hora conocía a través de la red social facebook la muerte del Pulpo Paul. No era un pulpo cualquiera. Paul se convirtió en la esperanza que los españoles necesitábamos y que todavía hoy en día necesitamos. Fue el protagonista de un Mundial de fútbol que se recordará de por vida, no en vano España consiguió su primera Copa del Mundo. El Mundial, y sobre todo la final, paralizó un país de tal forma que ya podrían tomar buena nota los sindicatos. Todos éramos uno.
Sobrevolaba sobre todos el vaticinio de Paul, el pulpo que adivinó que España se proclamaría campeona del mundo. Pasamos nervios, lo recuerdo. Fue una final intensa y emocionante. Pero el pulpo Paul fue el que nos hizo aguantar tanta tensión porque todos, absolutamente todos confiábamos en él.
Ahora, cuando Paul ha pasado a la historia es el momento de rendirle el último homenaje. No quería dejar pasar el momento.
Paul simboliza la esperanza de un futuro mejor, en el que desaparezca la crisis y todo lo que ella conlleva. Ojalá encontráramos en este país un líder que nos transmitiera tanta seguridad y entusiasmo como consiguió el pulpo Paul.
De las noticias aparecidas en los medios digitales me llama solemnemente la atención ciertos titulares. "El pulpo Paul ha muerto", en la línea de la muerte del dictador (Franco ha muerto) que llenó portadas de periódicos, radios y televisión. Es sólo un apunte.
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